Estuve 2 semanas en México, de los cuales 10 días estuve en Vivir Bonito (como parte de un curso de español) donde me recibieron casi como una princesa 🙂 Alojamiento, alimentación, compañía de parte de Rodolfo y Bernardo, que hicieron todo lo posible para hacer que mi estancia fuera tanto placentera como informativa y enriquecedora.
Orgullosos de su región, Michoacán, a Rodo y Berni les gusta compartir su amor por México, ya sea a través de especialidades culinarias (incluido el famoso mole) o mediante paseos guiados por la bonita Morelia, así como excursiones a los pueblos de las montañas circundantes.
El hotel, con sus amplias habitaciones y su decoración colorida, alegre y acogedora, está situado en el centro histórico de la ciudad: el alma de los ricos colonizadores españoles todavía flota en sus calles y edificios de cantera rosa, a la sombra de sus árboles de centenas de años. Además de la «Belle Vie», la gente, México, los tacos, los encuentros multiculturales, Rodo y Berni también tienen otra pasión que yo llamé «beber». (Y sí, ¡la vida no sería divertida sin el alcohol!…) Lo cual no nos impide hablar en serio, a veces. Así pues, las clases de español las imparte Rodolfo de buen humor (en sobriedad, lo aclaro, pero con el rigor necesario).
Con su experiencia y sus valiosos consejos, mis encantadores hoteleros me ayudaron a preparar mi última y corta visita: la capital de México, la cual quería explorar antes de volar, más o menos 10.000 km hacia el Este, a un país muy pequeño llamado Bélgica, donde está mi casa.
De nuevo, ¡Muchas gracias Rodo y Berni!